jueves, 3 de marzo de 2011

Comercio justo todos ganan (el Cronista)

El modelo propone un esquema de negocios que le garantiza al productor percibir hasta un 50% del valor de venta final, según afirman las organizaciones afines. A través de la certificación “Fair Trade”, el sistema permite además el acceso a los mercados internacionales. Aquí, las experiencias locales

Hay una alternativa a las “reglas del mercado” en las que el intermediario se lleva la parte del león a costa del trabajo de otros. Se trata del comercio justo y se basa en el combate al empleo no registrado, la mejora de los precios para los productores, la promoción de la venta sin intermediaciones y el manejo sustentable del ambiente y los recursos. La tendencia surgió a fines de los ‘60 con las Tiendas Solidarias o Del Tercer Mundo en Europa y se fue afianzando hasta convertirse en un sello de confianza y calidad. Actualmente existen varias organizaciones internacionales que vinculan a productores e importadoras bajo la modalidad de comercio justo, como la International Federation of Alternative Trade (IFAT) o la European Fair Trade Association (EFTA), y también certificadoras internacionales como la FLO (del inglés Fair Trade Labelling Organizations International), cuya aprobación permite ingresar con productos y servicios a los destinos internacionales más exigentes.

En la Argentina, el término comenzó a sonar con fuerza durante la crisis de 2001/2, aunque antes ya había muchas organizaciones que venían practicando el comercio justo. A mediados de los ‘80, un grupo de padres del colegio Pedro Poveda, de Vicente López, comenzó a llevar donativos a una comunidad Wichi, de Formosa. Pero el asistencialismo era una acción de muy corto plazo. Los referentes comunitarios les comentaron su dificultad para comercializar las artesanías que elaboraban, y que muchas veces terminaban vendiendo a mayoristas por un precio mucho menor a su valor de producción. Así nació Arte y Esperanza, una organización que hoy apoya a más de 500 familias de ocho etnias diferentes: Mapuche, Mbyá Guaraní, Toba (Quom), Pilagá, Calchaquí, Kolla, Chane y Wichi.
Actualmente poseen tres tiendas en Capital y Gran Buenos Aires (San Telmo, Belgrano y San Isidro), donde comercializan tejidos, artesanías y alimentos como yerba mate orgánica, elaborados por las comunidades. “Nosotros compramos la mercadería a los productores al contado, nos ocupamos del flete y a cada comprador le entregamos información sobre la comunidad que realizó el producto”, describe Raúl Sandoval, uno de los coordinadores de Arte y Esperanza. Según el directivo, a diferencia del comercio tradicional, en la que estos productores reciben un 8 o 10% del valor de venta final, con el sistema de comercio justo perciben hasta un 50% o más (el resto se destina al transporte de mercadería, mantenimiento del local y salarios), ya que se elimina gran parte de los márgenes de los intermediarios.
De tierra adentro al mundo
Además de comercializar los productos en los locales propios, Arte y Esperanza alienta la participación de los productores y artesanos en distintas ferias que siguen este modelo, como la que los segundos sábados de cada mes organiza el Instituto Santa Cruz, en la esquina porteña de Estados Unidos y 24 de Noviembre (www.comerciojustosantacruz.blogspot.com). Por otra parte, la entidad brinda capacitación y asistencia a las comunidades para que mejoren las técnicas de producción, la presentación de los artículos y para que puedan negociar en mejores condiciones con los mayoristas.

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